lunes, enero 11, 2016

Nunca pa atras chepe

De la serie "Historias de mi papa".

Todo humano tiene un punto en el que la vida da un giro total. Todo el orden conocido se desvanece de repente y la persona se queda atónita sin lograr recuperarse a veces del impacto o carcomiéndose en el shock producido por las circunstancias.

El de mi padre llegó con la muerte de su abuela, eso le caló tan profundo que incluso hoy prefiere omitir detalles de esa fecha fatídica. Se refiere al suceso como "el paso de niño a hombre" (sin pasar por juventud).  Al cerrarse en dar detalles hace que utilice un poco de deducción para determinar el año, era 1942, mi padre tenia unos trece años entonces.

Su madre le pidió que fuera a vivir con ella, que estaba acompañada por entonces. Mi padre se fue sin pensarlo mucho para descubrir que su mundo estaba en otra parte no ahí. El padrastro lo marginaba y lo trataba de manera pésima, y su madre ni siquiera argumentaba nada de lo que decía el hombre. Mi padre no soportó durante mucho tiempo, consumándose la huida después de ver cómo maltrataba ese hombre a su mamá. Lleno de coraje, se dijo que seria tan aventurero como su abuela y que si alguna vez se acompañaba no actuaria de la misma manera.
Conocía medio país, pero a pie. Así que emprendió su ruta hacia el Congo a la finca que lo llevaba su abuela después de la romería de Coatepeque. La finca era El Porvenir, justo a la par del beneficio El Refugio, se presento con Estanislao Barahona (un hombre moreno, indio y muy disciplinado) el cual le dio trabajo inmediatamente.
Ganaba 35 centavos de colon al día, y trabajaba lado a lado de los hombre mayores. De ese entonces cuenta una anécdota, el estaba jugando cartas con unos trabajadores y llega una viejecita vendiendo papayas, él le pregunta sobre el precio y ella responde que 1 real y medio; mi padre le dice que le dará 18 centavos a lo que la viejecita responde que no y comienza a retirarse (debemos recordar que un real es equivalente a 12 centavos, por lo tanto real y medio es 18 centavos), la alcanza y le dice que le dara el real y medio (dándole los mismos 18 centavos que en un inicio le iba a dar)... él dice que en esa época muchas personas usaban el termino de real para referirse a 12 centavos de colón. Era una época en que podías comprar cuatro dulces con un centavo de colón.

En la finca de El Porvenir, aprendió, según el, todos esos oficios que después le servirían para abrirse camino en la vida.
Igual que su abuela, caminaba de una finca a otra aprendiendo y trabajando. Conocía mucha gente y pronto comenzó a hacerse un nombre como un buen trabajador.
Hacia 1949 emigro hacia una finca de Talnique que era mandada por el hijo de Estanislao Barahona (y se llamaba igual el señor), ahí fue boyero para las fincas de Daglio & Co (una compañía formada por una de las familias mas ricas de El Salvador de ese entonces)
Ya hombre para entonces fue que quiso volver a ver a Santa Tecla y emprendió su camino por toda la cumbre del Bálsamo (que en ese tiempo el trazado que conocemos de la calle Santa Tecla- Comasagua lo estaban terminando bajo la administración de Oscar Osorio).

Llegó a Santa Tecla ya entrada la mañana, amarró su caballo atrás de lo que ahora es la cancha Adolfo Pineda (Atrás del Centro Escolar Daniel Hernández) y camino de nuevo por la ciudad. Esa ciudad que ya hacia muchos años había servido de transito en las caminatas con su abuela. Se sentó en el parque y suspiro. Ahí estaba de nuevo, recordando cada detalle de esos viajes, había completado su periplo y era hora de seguir adelante y luchar para salir adelante; la que lo había arrullado, la que había sido como su madre así lo hubiera querido.

"Nunca pa´atrás chepe, hágale" - siempre le decía su abuelita.

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