miércoles, diciembre 30, 2015

MUSICA DE FIN DE AÑO

by HJALMAR HERNANDEZ
En estos dias donde los recuerdos re aparecen tan vivos como si hubieran ocurrido ayer. O cuando las cuitas te abruman la vida pero queres estar alegre para ir al compas de la gente que celebra... algunos revientan "cuetes", otros beben esperando disipar las penas en cada trago, otros escuchan musica para ocupar su mente en algo ajeno a la distancia que los separa de los suyos.
En fin... los leit motiv sobran para celebrar o pasar agrio este fin de año.  En mi caso particular desde siempre mis padres me enseñaron a alegrarme en estas fechas.
En toda mi vida la musica me ha acompañado en estas fiestas, he escuchado de todo pero hay dos canciones que hacen que mis ojos se mojen un poco mas de lo debido.
EL AÑO VIEJO.(1)
La escuchábamos con mi madre en esas navidades ochenteras, cuando se daba un alto al fuego (así decían los rumores de entonces) o quizá simplemente los dos bandos estaban bolos pero con mis padres la pasábamos bien en fin de año.
Con mi familia no hay una liturgia para esta celebración, solo un par de piezas de pollo, tortillas y chocolate (o el consabido cafecito). y pues en las radios que escuchábamos entonces salia esta canción a relucir, a mi madre no le gustaba mucho pero la usábamos como muletilla para andar molestándonos entre nosotros.



FALTAN CINCO PA LAS DOCE.(2)
Al comenzar a escuchar a Nestor Zavarce, en mi familia parabamos lo que estubieramos haciendo y nos buscabamos para darnos un abrazo grupal... madre siempre pedia la palabra y nos daba una bendicion a todos "sus hombres" (mi padre, mi hermano y yo)



Como dije al inicio mis padres me enseñaron a alegrarme siempre en estas fiestas. Y esa es la esencia misma de la fiesta de fin año, alegrarse porque hay una nueva oportunidad para ser mejores, por tener vida. Una oportunidad mas para agradecer al Arquitecto Universal que nos ha regalado vida para compartir con los demas.
Pensemos en las cosas buenas que podemos hacer este año que viene, no solo pensemos en nosotros sino tambien en nuestras comunidades.
Tenemos un chance mas para crear un gran pais


REFERENCIAS.
CINCO PA LAS DOCE- ver mas en: http://www.laprensagrafica.com/2015/12/29/faltan-cinco-pa-las-doce-desde-hace-mas-de-medio-siglo#sthash.3SzClrrd.dpuf
SOBRE EL AUTOR DE EL AÑO VIEJO ver mas en: http://enpazyarmonia.blogspot.com/2012/12/el-ano-viejo-de-crescencio-salcedo.html

LAS CAMINATAS DE CUARESMA

by Hjalmar Hernández.
De la serie "Historias de mi papá"

ROMERÍA DE COATEPEQUE A JESUS DE LOS MILAGROS.
Corría el año de 1936, y salieron de la colonia Luz en San Salvador (En ese entonces la colonia Luz, estaba alejada de la ciudad) justo al rayar el alba, era el tercer viernes de cuaresma. Era una pareja singular, un niño de siete años descalzo con su abuela; él con pantalones y camisas raídos además de descalzo, ella con enaguas, una blusa blanca, posiblemente un chal, descalza y cargando un canasto de singular tamaño sobre su cabeza.
Y de las calles polvosas, tomaron la que llevaba hacia Santa Tecla (menos que una calle, una vereda para carretas dice mi padre, presumo que tambien era paso de tranvias) y así comenzaba su ruta de todos los años hacia la romería de Coatepeque. Las romerías eran, por decirlo de alguna manera, fiestas religiosas y congregaban a una gran multitud, al mismo tiempo que eran motivo de peregrinación para los fieles católicos.
Mi padre no era católico, pero su abuela si. Por ende debía acompañarla a sus peregrinaciones, pero en palabras de él "uno de cipote le gusta salir, mas acompañado por 'laguela' que era una viejita de mil recursos".
Llegaban a Santa Tecla y apenas y se detenían a comprar algún extra que faltara para la larga caminata. La ciudad era muy pequeña para entonces y atravesarla era cosa de pocos minutos, sus mansiones todavía en funcionamiento eran todo un espectáculo para un niño de esa edad y casi sin mundo.
Desayunaban en Los Chorros (ojo el balneario toma el nombre del lugar, nombre que se le daba desde hacia decenios antes de mi padre... por otro lado el balneario no existía.) allí 'juntaban' fuego y  podían descansar brevemente. Mi bisabuela en ese canasto llevaba de todo y hasta le preparaba el consabido cafecito a mi padre, ese canasto era el equivalente ahora a la mochila de campamento. 
Retomaban el camino polvoso, mi padre recuerda que el polvo ardía en las piernas y quizá esa era la parte del viaje que el mas detestaba, al ser descalzo le molestaba en gran medida el polvo caliente y de paso aguantar el sol de medio día.
Almorzaban bajo la sombra de un amate en Ciudad Arce, era el momento de un par de tortillas, frijoles, y la segunda o tercera taza de café del día. Mi padre dice que le gustaba que la abuela le contaba historias mientras comían.
Retomaban el camino y ya entrada la tarde llegaban a la iglesia de Coatepeque, ya habia una gran muchedumbre. Se integraban a las celebraciones religiosas (me imagino alguna misa o rezo)  y lo mejor según mi padre era dormir al aire libre, bajo las estrellas envuelto en sábanas y arrullado por la abuela. (claro después de jugar un rato con los chicos de su edad que andaban por ahí)
El dia siguiente se levantaban temprano y después de misa  emprendía el camino de regreso con mi bisabuela, se desviaban para visitar a un amigo en la finca El Porvenir, cerca de un beneficio llamado El Refugio, esto quedaba hacia el norte de El Congo y la finca pertenecia a don Carlos Alvarez. Siempre almorzaban en Ciudad Arce, llegando junto a la caída del sol a San Salvador.

ROMERÍA DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS EN SAN RAMÓN.
La plática derivo y comenzó a contarme de su segunda gran caminata en el año, comenzaba en el amanecer del miércoles de ceniza, igual que la primera salían de su casa en la colonia Luz, llegaban al cementerio general, después buscaban el centro para luego tomar calle salida hacia el oriente (la entonces popular Independencia, no habían lupanares como ahora) 
El desayuno se hacia en algún punto de la carretera que conduce a Cojutepeque (presumo que podria ser en la zona de Ilopango), mi padre vuelve a recalcar que la piel de las piernas sentía fuego debido al polvo caliente de la calle y ya no se diga las plantas de los pies ardian. Aunque la abuela de él parecía no inmutarse, la experiencia de caminar descalza toda su vida eran un plus para esos caminos.
El almuerzo lo hacían ya en San Ramón, lo cual hacia de esta caminata algo mas intensa que la anterior según mi padre.
Las romerías en San Ramon y Coatepeque eran bien alegres, para un niño como el estaban llenas de aventuras comenzando por el viaje en si. El resalta que eran un evento religioso, y el viaje al hacerlo a pie por parte de muchos peregrinos se convertía en un acto de fe total, de entrega física al máximo. Las fiestas patronales de ahora se les ha perdido el sentido que tuvieron en su momento.
El hace hincapié que para el a la edad que tenia eran mas un paseo con la que de verdad represento una madre para el, su abuelita. Sus ojos vuelven a brillar cuando la menciona, 'laguela', la mujer fuerte y de mil recursos, esa que lo arrullaba bajo las estrellas.



REFERENCIAS:
Para leer mas sobre estas romerias, que aun existen, pueden visitar:

lunes, octubre 19, 2015

Cavilando en verde

Camine lentamente, y mientras lo hacia la neblina espesa acariciaba mi cara, era una acaricia en su sentido estricto. muy temprano en la mañana pocas aves se dejaban escuchar allá al fondo, como escondiéndose en la bruma.

Cada paso me hacia introducirme en esa cortina densa, el aroma familiar del campo, de la montaña. Me encanta perderme acá (quizá debiera decir he re aprendido a perderme), donde muchas cosas que consideramos importantes (Internet, datos, wifi, mensajes, etc) pierden sentido porque la cobertura 3G no alcanza hasta aquí, y si la alcanzara perderíamos mas nuestro ser. Me encanta perderme aquí porque me hago uno con la naturaleza y me hace recordar mi niñez cuando venia acá a visitar a mi tía Amalia.

La época donde podía escuchar mi propio canto porque la sociedad todavía no me había "tragado", el palenque de la ciudad no me había hecho mella. Cuando comíamos tortillas de maíz, pero este molido en piedra y los discos ricos de maíz eran cocidos en comales de barro. Los frijolitos de tía Amalia eran un gustazo para el paladar. Los amaneceres perfectos a través de los grandes arboles que habían entonces. Y por supuesto el aroma de los cipreses o el ulular del viento a través de las hojas de pino.

Donde las raices de mi familia estan hasta muy profundo en el humus, donde generaciones de mi gente han vivido y muerto. Este lugar mágico donde la naturaleza es dura y uno debe adaptarse a ella, no al revés como ocurre en aras de la modernización. Aquí donde puedo escuchar aves alegres y libres, donde la tierra da sus frutos y nosotros los podemos aprovechar en su estado natural. Los ríos aunque pequeños son como venas de un cuerpo hermoso y gigantesco, el color de la tierra parecida a la de nuestra piel como recordándonos nuestra herencia orgullosa, El caminar por esas sendas antiguas, hace pensar en nuestros ancestros, cuanto sudor y lágrimas han labrado estas montañas.

Aunque muchas cosas han cambiado, y muchas personas lindas que conocí ya no estan. La natura es bondadosa y me regala sus paisajes, sus frondosos bosques y parcelas frutales con cafetales, sus aves que evocan la libertad que como humano "tecnologizado" no tengo.

Creo que deberíamos buscar de vez en cuando arroparnos con la naturaleza para purificar nuestra alma y limpiarla de tanta modernidad adusta que solo cohibe nuestros sentimientos y almas. Y quizá así aprenderemos a cuidar nuestra única casa, la tierra.








lunes, octubre 12, 2015

CUHILIOTE

De la serie “Historias de mi papa”
Era mediodía en la montaña, yo estaba encendiendo el fuego y menos que eso estaba batallando con una humareda imposible. Ojos llorosos y varias páginas de diario gastadas. A punto de rendirme salí de la cocina mientras una columna de humo parecía seguirme.

Apareció mi padre por la vereda con dos “retoños” en su mano:
“-¿Qué paso? -” dijo con una leve sonrisa.
“- El fuego no me quiere -” contesté tosiendo.
“- Es que está dormido -”
“- Pues dime como despertarlo -” dije con un dejo de rabia

Dibujo su afable sonrisa y entro en la cocina. Un par de minutos mas tarde no había humo y él salio diciéndome: “Mete los dos cuhiliotes cerca de las brazas, no en la mera llama”.
“- Los que??-” pregunte con admiración al ver el fuego tan vivo, casi burlándose de mi.
“Esos ve. Los que traía en la mano -” respondió mi padre mientras se disponía a cortar unas uvas negras.

Como siempre pregunte qué eran los cuhiliotes, mientras los ponía al fuego ademas de tostar tortillas. Mi padre me cuenta que los cuhiliotes son la “punta” del arbolito de pacaya, se cortan cuando el árbol se cae porque una “taltuza” devoró las raíces. El brote cortado de la pacaya se pela un poco a manera de dejar al descubierto las capas internas del mismo.
Esos brotes ya pelados se ponen a  asar a fuego lento,  luego se sacan y se pelan un poco mas hasta dejar solo el “corazón” de la planta de pacaya, que por cierto esta bien cocido y listo para ser servido. La gente de campo se los come con sal y tortilla, convirtiéndose en un suculento manjar.

Nos sentamos alrededor de la mesa y además de la comida tradicional que nos rodeaba, agregamos en un plato los cuhiliotes humeantes y que por cierto estaban ricos.

Cuántas plantas eran parte de nuestras cocinas y muchas de ellas se han perdido, no solo porque se  hayan extinguido sino también porque la sabiduría ancestral no hemos sido capaces de atesorarla y pasarla a nuestros hijos. Quizá sea tiempo de rescatar esa historias que están a punto de desaparecer, esas comidas que quizá no volvamos a probar jamás si parten nuestros queridos padres o abuelos.

Demos nos un tiempo para conocer la sabiduría ancestral.

PD: Mi padre explica que aunque se llama cuhiliote a la punta del arbolito de pacaya, también hay una arbusto que algunos le llaman así.






miércoles, septiembre 30, 2015

MISTIRICUCU

De la serie Historias de mi papa.

Cada persona es un cúmulo de historias, de experiencias, de emociones, de buenas o malas decisiones. Y dentro de ese abanico unico para cada humano construimos nuestro ser y es el punto de partida para trascender en la vida de otros.
Me encanta hablar con mi padre, en sus ochentas es un hombre que ha vivido, no hablo de la edad sino de las experiencias que él ha acumulado y ha aprendido.
En una de esas pláticas hablábamos de pájaros, platica que surgió de ver pasar un gavilán (en algunas zonas de la cordillera del bálsamo todavía se alcanzan a escuchar sus silbidos poderosos) que cruzó bajo sobre nosotros.

Mi padre habla de varias aves propias de las barrancas algunas todavía existen como las “chachas”, otras desaparecieron hace muchos años (quizá hace 50 años), de estas mencionare al “mistiricucu”. Mi padre dice que cuando el estaba pequeño (no especifica pero calculo que unos 8 años) él escuchaba desde su casa el extraño canto de esta ave. El ave emitia un sonido en las noches que sonaba “mistiriiii…… cu… cu”, dice mi padre que su abuela le decía que esta ave tenía mal aguero en el sentido de que si se le veía uno podía morir en las proximas horas o dias.

Esta ave no es un mito o fantasía de los abuelos, existió pero como muchas de nuestras especies nativas se extinguió hace mucho.

Hay algunas referencias a esta ave en la obra de Salarrué “Cuentos de barro”, obra que evoca épocas remotas cuando en El Salvador habían cosas que ahora resulta mito para estas generaciones. La revelación de mi padre me hace pensar en el miedo que él sentía cuando estaba pequeño y escuchaba en esas oquedades donde él vivía (cerca de San Ramón, Cojutepeque) y escuchaba al mistiricucu.

La dureza de esos tiempos, incomparable con lo de ahora, hacía mella en las mentes de esos niños. El tipo de vida de esos tiempos  hacía que los niños enfrentaran sus miedos. Mi padre dice que cuando ya estaba más grandes se iba a esas barrancas a buscar el mistiricucu. Nunca lo encontró y ya cuando él tenía más de quince años dejó de escucharlo para no hacerlo nunca más.

Para mi padre el ave extraña no solo evoca su niñez y sus miedos, sino esos bellos momentos que atesora en su cerebro, su vida al lado de su abuela (su madre adoptiva, esa mujer que si lo cuido con toda su alma)

miércoles, junio 24, 2015

MI CREDO PEDAGOGICO

By Hjalmar Hernandez
Crear un “credo” es atrevido, y hay que escoger con cuidado cada idea que lo componga ya que debe ser la “piedra filosofal” que me permita dirigir mi quehacer a lo largo de mi vida profesional. De escoger mal los postulados se caería en un anquilosamiento que llevaría a arruinar la noble labor que desempeñamos como docentes.

Partamos de lo primero, la filosofía es “una autorreflexión del pensamientos sobre el valor de su conducta teórica y práctica, que, simultáneamente aspira al conocimiento de las últimas relaciones entre las cosas a una concepción racional del universo.” (Hessen, 2007)
partiendo de lo anterior concibo la educación como praxis y reflexión sobre la misma en función de transformar la realidad. Concibo la escuela como el ente donde se conjuntan las ideas que motiven al alumno a trabajar sobre su realidad y desde ahí recrear su historia y la de su comunidad.

Creo que el docente debe trabajar para crear ambientes de aprendizaje y evitar la ambigüedad que brindan los datos puros y sin contexto. Para esto debe estar en constante evolución personal y aprendiendo (y reaprendiendo) las diversas metodologías que lleven a crear ese ecosistema de ideas que ayuden al alumno a hilvanar nuevas propuestas para cambiar su mundo.
Creo en que la motivación no viene dada por los regalos o las sorpresas, sino en el pensamiento crítico con que se trabaje. Entendiendo como pensamiento crítico a “un ejercicio del intelecto que permite realizar juicios y tomar decisiones luego del análisis, evaluación y contraste de argumentos, afirmaciones, puntos de vista y evidencias”.(EducarChile)

El docente debe sacar su metodología de la realidad social y aplicarla a través del diálogo honesto y preciso con el alumnado y la sociedad misma.
Jamás debe presuponer los saberes, hay que explorarlos y buscarlos si es necesarios, esos presaberes de los alumnos son la base para elaborar nuestra propuesta educativa para una población estudiantil específica.
Debo ser implacable conmigo mismo y exigirme al máximo, siendo consciente de que cada palabra que se diga o acción que se realice en el aula tendrá una impronta en el alma de cada alumno.

Menos que un credo quizá son solamente ideas que en su conjunto quieren ordenar mi eclecticismo en mi visión de la educación, la cual implica no solo transmitir conocimientos sino motivar el desarrollo de ciudadanos críticos y proclives a  ser dialecticos.






FUENTES.