lunes, octubre 12, 2015

CUHILIOTE

De la serie “Historias de mi papa”
Era mediodía en la montaña, yo estaba encendiendo el fuego y menos que eso estaba batallando con una humareda imposible. Ojos llorosos y varias páginas de diario gastadas. A punto de rendirme salí de la cocina mientras una columna de humo parecía seguirme.

Apareció mi padre por la vereda con dos “retoños” en su mano:
“-¿Qué paso? -” dijo con una leve sonrisa.
“- El fuego no me quiere -” contesté tosiendo.
“- Es que está dormido -”
“- Pues dime como despertarlo -” dije con un dejo de rabia

Dibujo su afable sonrisa y entro en la cocina. Un par de minutos mas tarde no había humo y él salio diciéndome: “Mete los dos cuhiliotes cerca de las brazas, no en la mera llama”.
“- Los que??-” pregunte con admiración al ver el fuego tan vivo, casi burlándose de mi.
“Esos ve. Los que traía en la mano -” respondió mi padre mientras se disponía a cortar unas uvas negras.

Como siempre pregunte qué eran los cuhiliotes, mientras los ponía al fuego ademas de tostar tortillas. Mi padre me cuenta que los cuhiliotes son la “punta” del arbolito de pacaya, se cortan cuando el árbol se cae porque una “taltuza” devoró las raíces. El brote cortado de la pacaya se pela un poco a manera de dejar al descubierto las capas internas del mismo.
Esos brotes ya pelados se ponen a  asar a fuego lento,  luego se sacan y se pelan un poco mas hasta dejar solo el “corazón” de la planta de pacaya, que por cierto esta bien cocido y listo para ser servido. La gente de campo se los come con sal y tortilla, convirtiéndose en un suculento manjar.

Nos sentamos alrededor de la mesa y además de la comida tradicional que nos rodeaba, agregamos en un plato los cuhiliotes humeantes y que por cierto estaban ricos.

Cuántas plantas eran parte de nuestras cocinas y muchas de ellas se han perdido, no solo porque se  hayan extinguido sino también porque la sabiduría ancestral no hemos sido capaces de atesorarla y pasarla a nuestros hijos. Quizá sea tiempo de rescatar esa historias que están a punto de desaparecer, esas comidas que quizá no volvamos a probar jamás si parten nuestros queridos padres o abuelos.

Demos nos un tiempo para conocer la sabiduría ancestral.

PD: Mi padre explica que aunque se llama cuhiliote a la punta del arbolito de pacaya, también hay una arbusto que algunos le llaman así.






No hay comentarios:

Publicar un comentario